Uno de los elementos que más ha facilitado la vida de los ingenieros de minas ha sido la dinamita. Este explosivo fue inventado y patentado por Alfred Nobel –sí, el mismo que da nombre a los famosos premios– y ha sido fundamental en los últimos 150 años para el uso en guerras. Se considera un avance de los explosivos inventados por los chinos en el año 9 a.C. y otro producto como la nitroglicerina, inventado por Ascanio Sobrero, fue el principal soporte para que el sueco alcanzase la solución para su creación.
El verdadero descubrimiento de Nobel fue usar este material volátil controlando sus riesgos, ya que cuando no era puro podía explotar en cualquier momento y generar grandes daños. Mezclando la nitroglicerina con otra sustancia llamada diatomita, logró la dinamita, un compuesto mucho más seguro y puesto dentro de tubos.
Con el objetivo de comprobar su fiabilidad, el inventor tuvo la idea de usar una onda de choque para detonar el explosivo, dado que podía proporcionar el calentamiento necesario de manera instantánea. Asimismo, Nobel inventó el tapón de voladura o detonador para realizar esta tarea, cuya función era iniciar una explosión pequeña en otra sustancia explosiva para que esta desencadenase una explosión más grande, la de la dinamita.
Alfred Nobel también era constructor en Estocolmo y su idea original era utilizar la dinamita como un producto revolucionario en este sector, que permitiera dividir rocas, cavar túneles o construir raíles con menos esfuerzo humano. Sin embargo, inventó la gelatina de voladura para este ámbito, un producto más costoso y útil que la dinamita por la posibilidad de usarlo bajo el agua.
No obstante, era evidente que el potencial de la dinamita se iba a explotar en las guerras. La primera vez que se utilizó para fabricar una bomba fue en 1870, durante la guerra franco-alemana, y posteriormente, en el conflicto entre Cuba y Filipinas. Aunque el sueco continuó desarrollando inventos en este campo, como cohetes, unos años más tarde adoptó una actitud mucho más pacifista.
El productor escandinavo trajo en 1872 a Galdakao (Bizkaia) su invento y creó la Sociedad Española de Dinamita (SED), conocida actualmente como Maxam. La labor principal de esta compañía tecnológica es el desarrollo y la aplicación de soluciones de voladura para minería, canteras e infraestructuras. A día de hoy, su actividad está dividida en cuatro partes: cartuchos y componentes, defensa y seguridad, productos nitro-químicos y soluciones de voladura.
En 1988 comenzó su proceso de internacionalización y 31 años después cuenta con 6.500 trabajadores, 140 filiales distribuidas en 50 países y desarrolla actividades comerciales con otras 100 naciones. Se trata de la primera operadora a nivel europeo en el segmento de soluciones de voladura y la segunda a nivel mundial. Su última facturación, datada en marzo de 2019, rondó los 1.130 millones de euros.
Fuentes: RTVE, El País